LA ADVERSIDAD
En su Columna Dorada, Carlos Rodrigo Hernández habla de la recta final de torneo
La adversidad pone a prueba a los grandes, fortalece el carácter y forja leyendas. En ese punto del camino es donde ahora mismo está situado Dorados de Sinaloa. Cualquiera pensaría que es hora de bajar los brazos: tres partidos consecutivos sin conocer la victoria, un octavo lugar que podría esfumarse y con él, también podría desvanecerse la perspectiva de una liguilla. Cualquiera diría que no hay forma de levantarse, nada más equivocado.
Esta es la oportunidad perfecta del Gran Pez para refrendar su historia y demostrar que tiene argumentos suficientes para dar batalla, aún después de haber caído, aún después de el sabor amargo que deja una derrota. Quedan tres pruebas que hay que enfrentar con el cuchillo entre los dientes. La primera de ellas este sábado ante Celaya. Ahí, Dorados llegará obligado a reencontrarse con su magia, con el gol y con la victoria. Después ya se podrá pensar en San Luis y Correcaminos, sin embargo, la primera prueba definirá el temple de este conjunto.
Lo que hagan los dirigidos por Diego Ramírez en tierras cajeteras, les dará la tranquilidad para afrontar los retos por venir, para asegurar su puesto en liguilla y para seguir soñando con el máximo circuito.
Nada está perdido aún, si el equipo retoma la senda del triunfo, es probable que esa inercia los lleve a marcar una diferencia en las últimas tres fechas y también en la liguilla. La afición del Gran Pez tiene derecho a soñar y a pensar, que este sábado todo será diferente. Ya sea que acompañen al equipo hasta el estadio Miguel Alemán Valdés o bien, que lo sigan desde lejos, este también es el momento de la afición; de creer en sus Dorados, de sufrir, de llorar, pero también de gozar con ellos, de permitirse ilusionarse y de ver materializadas esas ilusiones. No es tiempo de bajarse del barco, por el contrario, es tiempo de poner más ahínco y de creer, que esto, aún no ha terminado.